Se acaba el acueducto


Mañana vuelta al tran tran diario, despertarse, prepararse, llevar las niñas al cole, ir a trabajar, buscarlas y llevarlas a actividades lúdicas variadas... con tre niñas, las dos mayores que van a la misma escuela pero salen en horario un poco distinto, y la pequeña que va a otra, relativamente cerca pero no a lado, con actividades eso sí, todas diferentes, la cosa no es sencilla.

Considerad además que aquí no tenemos ni un abuelo, ni un tió, a nadie de la familia, el juego de encaje tiene que ser muy organizado y sea la mamá que el papá tienen que estar disponible a un arriba y abajo diario constante.
Nos echan un cable en caso de emergencia amigos, mamás de las amiguitas (la verdad que casi siempre son las mamás que aparecen en estas ocasiones). La emergencias son las enfermedades y algún que otro imprevisto laboral.
Las tardes tendrían que ser todas dedicadas y sin más a los pequeños, pero la presión en el trabajo va a menudo en dirección contraria, a veces por empuje, dependiendo de lo que haces, de los mismos que tendrían que entenderte por que se encontrarán pronto con la misma problemática.

A partir de mañana todo esto una vez más y cerrado el parentesis, si bien con el aliento ya de las navidades en el cuello, nuevas fiestas que no tardarán ni un respiro a sumergirnos.

Hasta hoy el acueducto.
A propósito de acueducto:
Hoy leía el artículo de Elvira Lindo en El Páis Domingo "El sofá-cama" genial y divertido como siempre. El articulo empieza así: "Hay algo peor que vivir en Nueva York. Vivir en Nueva York y tener un sofá-cama" Bueno os podeis imaginar como sigue.
Muchos podríais cambiar el nombre de la ciudad, funcionaría casi igual. Y digo podríais sin incluirnos por que obviamente nosotros estamos encantados de tener invitados y con las dos familias lejanas, no sólo tenemos un sofá cáma, si no varios colchones que llegado el momento funcionan de maravilla.
(esto había que escribirlo, hay que ser politicamente muy correctos por si a caso alguien de la familia llegara a leer estas líneas ;-)

En fin que esta vez nos hemos quedado de puente en Barcelona, bien acompañados y nos hemos dedicado a las visitas de costumbre, con la especial consideración que siendo mayoría absoluta los menores, y muy menores, la costumbre significa: acuario, zoo, parques, cine infantil etc. etc. todo por el estilo.

La verdad que es tranquilizador y hasta confortador el hecho de que vayas por donde vayas hay unas cuantas familias adoptantes presumiendo de hijos.
Colorines variados siempre, con evidente prevalencia de chinitas, si bien el color oscuro empieza a notarse y mucho.
Los niños por supuesto a lo suyo, los papás que a veces se miran, se sonrién, en algun ocasión se ignoran, fruto ciertamente de la normalización del hecho adoptivo, como si dijeran: si tuviera que sonreir a cada familia adoptante con la que me cruzo tendría agujetas por mitad musculatura facial...
Algunos se acercan y te preguntan cosas: "¿de qué provincia?" y con esta pregunta ya te miras alrededor buscando a una chinita.
Otros te miran con una sonrisa que llega de aquí hasta China, una sonrisa dulce de envidia buena, de ganas de achuchar a tus pequeñas, que si le dijeras te las presto unos días pa' que entrenes te miraría como si estuvieras hablando en serio, tanto lo desean...
una mirada qué dice que guapas son tus hijas con unas palabras silenciosas que en algunos casos llegan a ser una novela entera, ahora que la espera para ser asignados se ha hecho tan larga.

Pero decía confortador, claro que sí. Nada de bichos raros, nuestras hijas e hijos sí que podrán disfrutar a su alrededor de una amplia compañía de seres humanos que, como ellas, han llegado desde un país lejano a unas casas llenas de recursos. Materiales sin duda, de otro tipo seguro que también, con multitud de diferencias, caso por caso, familia por familia.

El hecho de que tendrán tantos ejemplos de historias parecidas al alcance de la mano, del correo electrónico y del chat llegado el caso, hay que valorarlo, pero no tenemos que confiar demasiado en las virtudes terapéuticas del compartir experiencias.

Esto tendríamos que saberlo, pensamos a cuanto pesa en la solución o superación de un percance el hecho de que otros hayan pasado por lo mismo.
A veces mucho y a veces nada.
Cuantas veces nuestros padres nos han intentado convencer de que teníamos que aprovechar de su experiencia y evitar de hacer eso o aquello, y nosotros nada, a estamparnos contra la pared que era lo que además tocaba...

Cuando tenemos un problema, a menudo es la sensación de soledad la que prevalece y mucho más en el profundo de las almas sufridoras, para esas almas de nada sirve que otras miles de personas hayan vivido y sufrido el mismo camino.
Se sentirán únicas, como nosotros nos hemos sentido únicos repitiendo palabras que millones de seres humanos han repetido.
Necesitamos sentirnos únicos para dar valor sea a la felicidad más intensa que al dolor más desgarrador.

Cuando nos critican, nos insultan, nos hacen daño estamos sólos.
La capacidad de reaccionar en positivo viene después, a veces sólo un momento después. A veces bastante tiempo después.
Pertenecer a un colectivo ayuda, pero por si sólo no es suficiente.
También al contrario, a veces ayuda poco, a veces la reacción más istintiva, cuando el malestar rádica propiamente del elemento que nos hace pertener a ese colectivo, es el deseo de NO ser parte de ese colectivo.

Cuando todo el rato en la calle cruzamos una chinita y decimos a nuestras hijas: mira! O le apretamos la mano, o las miramos con una sonrisa y una mirada indicadora... Puede que a la quinta vez en una hora, nuestras hijas preferirían pasar desapercibida o que nos callaramos.
A lo mejor no.
Tampoco pasa todos los días esta inmersión en aglomeraciones de personas en las que ese poquito por ciento de familias adoptantes parece no ser tan poquito.

Todo es relativo, decía ese sabio... hemos empezado con la sensación confortadora del compartir con tanta gente nuestra paternidad adoptiva y hemos acabado con nuestras hijas aburridas de tanta chinorris por allí.

Feliz navidad

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