El tiempo nos enseña mucho, casi todo


Es algo espontáneo y natural pensar y desear que los hijos sigan construyendo los edificios comenzados por sus padres.
Pero, también por experiencia personal, sé que no es así. No siempre es así.
Sé que cuando hago algo, no tendría ni que imaginar un futuro en el que ellas tomen el testigo.
Entraríamos en un juego de supuestos y de esperanzas que podría llevarnos a caminos equivocados.
Tenemos que aprender a hacer las cosas, confesándonos, sinceramente, el gusto por hacerlas.
Sabiendo que los frutos de ese trabajo irán a proteger su serenidad presente... y posiblemente futura, pero nada más que eso.

Las historias familiares son a menudos cuentos de rebeldía y de alejamiento.
La más bonitas tienen un momento de recuperación, una curva que acaba en círculo, la vuelta a casa.

La edad y el tiempo nos enseñan casi todo.
La pena es que, a veces, algunos de los protagonistas ya no puedan enterarse...

PD
La imágen la he sacado de un blog de un adolescente, y quisiera compartir con vosotros una entrada: Padre por que me has abandonado

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