No hay mal que...



... que por bien no venga.

Cada vez que me pasa algo malo hago un ejercicio de búsqueda de las consecuencias de ese problema.

Muchas veces, aunque no siempre, encuentro algo positivo que sin ese problema o esa dificultad no se hubiese realizado.

Se necesita tiempo, muchas veces, y por esto esperemos algo de ese tiempo antes de juzgar y definir un hecho cómo una desgracia sin más.

El optimista realiza esta labor a veces inconscientemente, y casi sin fatiga.
Las personas que tienden al pesimismo necesitan de una labor interior más cansada.

Pero siempre merece la pena y al final, se vive mejor!

Directamente o indirectamente intento compartir esta manera de analizar la existencia, también con las niñas, cuando pasa algo que lo permite.

Un día de lluvia, armados de botas y chubasqueros nos lo pasamos pipa todos, por una vez no había castigos para saltar en los charcos, aunque ese día nos perdimos una fiesta muy esperada.

La razón y la lógica ayudan, pero no siempre resuelven. Con las niñas la magía y una pizca de locura puede llegar a ser más efectiva.

Tenemos un pequeño gran poder en cuanto a dirigir nuestro estado de ánimo (y de los que nos rodean), no lo desperdiciemos.

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