Viajar en coche, con niños

Hace años me gustaba bastante conducir, en algunos momentos hasta llegaba a ser una forma de descargar nervios, o un momento para reorganizar ideas.
Era más joven, veía mejor y no tenía hijas.

Han llegado una, dos, tres hijas, se han sumando 2, 4, 8, y tantos años, la vista también ha ido bailando en cambios de dioptrías que hacen, por ejemplo, muy complicado viajar por la noche, que es cuando hay menos tráfico, cuando es más relajado hacer kilómetros.

Además cómo a menudo pasa con temas que se pueden definir pescadillas que se muerden la cola, menos me gusta, más me aburro, o más me provoca tensiones, menos puedo dedicarme a dar vueltas con la cabeza a temas apetecibles.
Más me duermo yo en las horas en la que ellas se dormirían haciendo el viaje más tranquilo.

Con María, antes de que llegaran las niñas hicimos muchas ida y venidas en coche a Madrid, a visitar la familia de mi querida esposa.

Ya hace tiempo que el avión ha sustituido el coche cómo medio de transporte familiar preferido.
En cuanto el AVE llegue de verdad a Barcelona, el tren sustituirá sin duda el avión.

Lo único que sigue gustándome del coche es que no estás atado a horarios precisos. Puedes salir cuando te apetece, pararte cuando quieras y ... volverte loco con las niñas en cada viaje :-))

Hoy sale en El País un reportaje con varios trucos y consejos sobre cómo viajar con niños y no morir en el intento...

La verdad que en lo que he leído no hay ningún descubrimiento: agua y zumos, comidas y caramelos, paradas, cuentos, música infantil... de todo hemos probado, pero en un viaje largo, y por largo entiendo de 3 horas o más, nadie ni nada te libra, con pequeñas de 3, 5 y 8 años de aquellos momentos en los que maldices la hora en la que has decidido coger el coche.

Una cosa es verdad, no hemos caído todavía en la compra del lector de DVDs.
¿La tentación? más de una vez.
Estaba a punto de decir muy a mi pesar, pero la verdad es que he claudicado casi voluntariamente al deseo de María de no multiplicar más las pantallas que nos rodean.

De todas formas, no quiero tener alicientes para llegar a cometer más a menudo el error de viajar en coche con las pequeñas, por lo menos hasta cuando la más enana no tenga unos 7 u 8 años.

En este viaje (Barcelona - Madrid) realizado en dos etapa, con parada, paseo, cena y noche en Zaragoza, la segunda parte, de esta mañana sábado, hasta Madrid, ha sido la más aburrida.
También para las niñas.
Esto a demostración que a pesar de la distancia más o menos igual, del mismo coche, mismas niñas y mismos papás, cuando toca, toca sufrir...
Cuanto más se aburren, más se pelean, más gritan, más se soliviantan, más... más quiero ese juego, me ha robado la muñeca, me ha dado una patada, me ha dicho tonta... en fin, más de todo lo pesado.

Dicho esto sigue siendo verdad que el coche es un lugar propicio para la charla.
Una, entre P. y V. la he contado ya otras veces en alguna de mis otras charlas, las que doy a las familias adoptantes.
Quiero resumirla aquí por que no tiene desperdicio.

Los celos son un hueso duro de roer, y la mayor muchas veces ha dado signos de un profundo deseo: el de tener poderes para que su hermanita desaparezca.
O por lo menos, de vez en cuando, le toque sufrir un poco...
Además, nada mejor que sufra directamente por mano de ella misma, por que cuando son los demás a hacer sufrir a V. ella al contrario la defiende y sale a la luz todo el amor reprimido que en el fondo siente hacia su hermanita
:-))

Pero ese día de hace unos dos años, con 6 y 4, respectivamente, tocaba machaque a V.

Tuvimos que prestar mucha atención, por que en lugar de pelearse y gritar, hablaban en voz muy baja (que fue también lo que nos llamó la atención).

P. le dijo a V. algo así:

¿Tu lo sabes, verdad, que estos dos señores no son tus padres?
Por que tu madre verdadera está en China....
Estos dos, cómo mucho, pueden ser tus canguros...

V. le contestó con una subida de hombros y una mirada que significaba: qué tonterías me estás diciendo.

María y yo nos miramos, no dijimos nada, nos reímos con naturalidad, es lo que nos salió, por que Paloma tenía estampada en la cara esa expresión que hace cuando sabe que le ha salido algo extraordinario, aunque sea extraordinariamente malo ;-)

Por un lado se espera que la regañemos,
pero por el otro es conciente que esa acción es inteligencia pura,
aunque utilizada para herir a la hermana.

Pues eso, que nos reímos sin hacer nada para evitarlo y creo que fue lo mejor que podíamos hacer, ser naturales, en la seguridad que no se necesitaban grandes discursos.

Nos miramos con divertido asombro, por la medida de la maldad, María miró a P. y yo también moviendo el retrovisor y confirmando que me estaba viendo la expresión de la cara.

Al cabo de un rato María dijo en voz alta con el tono típico que usa cuando la mayor ha hecho algo malo, pero que no es oportuno reprochar con seriedad y dureza: "así Paloma que somos tus canguros?? vale, vale..."
Mamá y papá seguimos sonriendo.

Paloma se rió también por que le habíamos pillado la maldad y Violeta ya pasaba olimpicamente de la historia, aunque con ella sí que después, retomando el tema, le confirmamos que su hermana estaba diciendo una tontería muy grande y que su mamá y su papá verdaderos estaban aquí, que la queríamos mucho y que Paloma quería hacerla enfadar.

Al cabo de un rato con ironía, que Paloma ya entiende perfectamente (Violeta en ese momento todavía no) le dijimos, a Paloma, que los canguros a lo mejor se cansaban de sus tonterías y ya decidiríamos que hacer con ella.
Volvió a reírse.
Al oír hablarle a V. de esa forma hubiéramos podido elegir entre dos vías: la de hacerle todo un discurso a P. recordándole que los verdaderos papás son los que tienen a los hijos en el corazón, que quieren y cuidan y ayudan a crecer etc. etc.

o de responder, a la maldad de la broma, con una sonrisa segura que decía "te hemos pillado y eres mala y requetemala" :-))

en ese momento fue mucho mejor la segunda.

Hubiera sido un poco fuera de lugar el gran discurso de la primera opción.

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