Muchos idiomas, pero no demasiados

Ayer nuestra pequeña B. salió con una de esas respuestas que no te esperas y que te dejan agradablemente sorprendido.

Vamos a meternos en la situación.
La peque tiene tres años y medio, por hablar habla por los codos, no calla ni cuando duerme, pero la verdad, lo de entender lo que dice... en fin, digamos un 50 por ciento para ser optimistas.
Más de una vez tenemos que recurrir a los oficios de la traductora oficial que es su hermana mayor.
La cosa, es decir la comprensión de lo que dice, va mejorando a pasos agigantados y es por eso que no he metido todavía en la práctica la amenaza :-) de recurrir a un foniatra.
Las maestras dicen que no hace falta, me convencen, de momento.

En mi casa y con ellas intento hablar siempre italiano, lo consigo bastante (aunque mi italiano ya es casi peor de mi castellano... qué desastre...)
María les habla en castellano.
En los primeros años de guardería han estado con maestras que hablaban catalán.
En su entorno tienen varios amigos que hablan catalán.
Van a la escuela italiana, donde hacen varias horas de catalán y de castellano.
La mayor, con sus 8 años, es capaz de pasar de un idioma a otro sin dificultad alguna, dependiendo de a quién se dirige, y si es clara la identificación de la persona con un idioma concreto en ese idioma le habla.
La verdad que da gusto.
Lamento profundamente que no tengan un tío que le hable inglés.
El chino... hice más de un intento, pero con escaso éxito, y no he querido insistir, para no correr el riesgo de obtener el efecto contrario.
Espero, y ya veo que algo empieza a moverse, que pronto sean ellas mismas a pedirnos un acercamieno al idioma, ya que el mundo chino circula en muchos sentidos en nuestra casa.
Sin prisas, sin presiones. Pero viviendo constatemente con el amor hacia China, pronto viajando con ellas a China.
V. está en la línea de la hermana mayor, quizás no sea tan naturalmente predispuesta a cambios automáticos de idioma cómo ella, pero ya veremos. V. Cumplirá 6 años en diciembre.

B. la pequeña es la que, ahora, nos dá más que pensar sobre el tema habla, por lo dicho: es complicado entender un lenguaje en el que las palabras se reducen a la mitad de las letras necesarias, y al mismo tiempo las consonantes varían según el gusto del momento: una c acaba siendo una t, una eme pasa a ser una ene etc. etc.
A veces, comprensiblemente se enfada. Se enfada por que está explicando algo importantísimo y nosotros no la entendemos.
A menudo aplica la técnica de la repetición obsesiva, repetir 100 veces la misma frase hasta que "se supone" conseguimos adivinar su sentido.

El hecho de que no la intendamos, no significa que no tenga claro, no sólo lo que quiere decir, si no en qué idioma quiere decirlo.
Y así nos lo indicó claramente ayer:
"co papi palo [parlo=hablo] italiano" ¿y con mamá? "co mami halo epañol"

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