Viajar con niños

Acabamos de volver de una escapada a Salamanca aprovechando del puente y del vuelo directo que han puesto Lagunair e Iberia desde el aeropuerto de Matacán a Barcelona.

Allí nos casamos y allí nacieron nuestros deseos de tener hijos.
Salamanca es una de las ciudades que forman parte, para siempre, de nuestra vida.
Hacía mucho tiempo que no íbamos... sólo con decir que las niñas no la conocían...

En el pequeño avión donde cabían unos 80 pasajeros, había un montón de niños.
La impresión es que hay siempre más familias que viajan con niños.

Es cierto que los peques preferirían una hora de parque a una de avión, pero no siempre lo que más apetece es lo mejor.
Es también muy cierto que viajar, conocer, comparar... descubrir diferencias, llenarse los ojos de lugares preciosos ayuda no sólo a vivir, si no a vivir mejor y a vivir más felices.

Es probable que no se entusiasmen excesivamente por un museo o una iglesia, probable, pero para nada cierto, también hay que decirlo. Hay que probar.
El resultado depende de muchas cosas, especialmente de la edad y de la forma en la que se expresa la curiosidad de cada uno.
Mientras con la mayor nos mirábamos cada cuadro de la pared, las pequeñas salieron a corretear por el patio.
Pero, mientras, ciertas actividades empiezan a hacerse costumbre.
Aunque no lleguen nunca a ser expertas de arte ( ni eso está, quiero aclararlo, entre nuestros principales deseos) su mente poco a poco se abre y se acostumbra a ver y observar.
Más allá, con el tiempo, espero lleguen a disfrutar de una forma entre las más bonita de expresarse de los seres humanos.
Cuando algo te gusta, lo pasas bien. Cuantas más expresiones de la creatividad humana te gustan, más ocasiones tienes de disfrutar y la elección no es entre esto y lo mismo, si no entre muchas cosas.
La variedad es riqueza. La diferencia es riqueza. Esto vale no sólo para disfrutar del arte, vale para comprender, apreciar y valorar todo lo que nos rodea. Los viajeros hacen de esta capacidad un arte.
Me encantaría que mis hijas cruzaran la vida con la curiosidad y las ganas de comprender que son el instrumento básico de cualquier viajero.
El medio es el mismo de siempre: el ejemplo y la práctica.

De todo lo que estamos viendo, las niñas son partícipes activas.
Ahora, hay que tener claro que las maratonas nunca son oportunas, ni útiles.
Hay que medir las actividades y dedicar mucho tiempo también a lo que a ellas más le gusta.
Un viaje familiar no puede tener un programa que no sea familiar.

Aunque no verbalicen inmediatamente lo que sienten, sus conocimientos adelantan.
Es algo que se pierden los pequeños que no han salido del círculo protector de la casa familiar, del entorno cercano, de los amigos más asiduos.

No dudo que existen razones para tener miedo a enfrentarse a las dificultades, obvias, de moverse con una tropa de pequeños :-)

Pero os animo a superar esos miedos y a viajar con los niños, al final ellos serán lo que más ganan aprendiendo.

El avión despega...
Hoy las dos mayores, con 8 y casi 6 años, se sientan, se abrochan el cinturón y casi nos olvidamos de ellas mientras juegan, hablan o leen.

No siempre es así de sencillo, sobre todo si el vuelo es muy largo.
El más largo de todo ha sido el viaje a China.
Pero hemos ido a China ya varias veces y nunca hemos vuelto pensando que nunca más.
Todo lo contrario!!

Hasta el próximo viaje :-)

Comentarios

  1. Me encantan las entradas que escribes.
    Este fin de semana nos fuimos con unos amigos de viaje y estuvimos comentando todos como cambiará nuestras vidas cuando seamos padres.
    Mis amigos estaban preocupados porqué el ser padres cambiaría enormemente nuestras costumbres.
    Al leerte veo que esto ocurre, pero no es a peor, sino diferente.
    Vivirlo todo a través de los sentimientos de tus hijas, el verlo a través de sus ojos, el volverte a sentir niño, gracias a sus emociones... creo que es maravilloso.
    Un abrazo a toda la familia.
    Carmi

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  2. Gracias Carmi por tus palabras y por el abrazo!!
    No hay que engañarse, la vida con hijos es muy diferente a las de que no tienen hijos.
    Pero, eso, el cambio no es a peor. Es a lo que uno sabe y quiere ver y copio una frase que leo en tu blog:
    "Que el sentimiento positivo lo hemos de crear cada uno de nosotros."
    Somos responsables directos de nuestra vida, quizás no de toda, pero sí de una parte muy muy grande de ella :-))

    un abrazo
    Roberto

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