Carnaval, carnaval...


Para un papá soso, cómo les ha tocado a mis pobres niñas, el final de esta locura de trajes, trucos, desfiles, espectáculos, fiestas y... es un descanso.

No se lo voy a decir a mis peques, a las que obviamente les encanta el carnaval.

Pero ya lo saben, hay cosas que no hace falta decir... se notan.

Y ellas lo notan mejor que nadie, pero cómo el papá aguanta y si hay que cumplir cumple, por lo menos cómo acompañante y transportista, cuidador y lo que sea, pues ellas pensarán: él se lo pierde si en lugar de vestirse de, por ejemplo, Orangutan se queda con su camisa y chaleco en medio de una avalancha de locos disfrazados...

Las niñas han ganado, gracias al empeño de una mamá que ha implicado a algunas otras en crear un Fondal marino extraordinario, el primer premio del pasacalle de nuestro barrio!!

Menuda la que montaron: B. la sirena ya la véis, y las medusas y las algas... unos trajes precisosos, llenos de detalles y de invención y todo hecho a mano!!

La verdad que lamento no entusiasmarme por este evento.
Desde siempre ha estado a riesgo de estar prohibido, y lo ha sido, por su carga desestabilizadora, del todo vale por un día, del que los que mandan aguanten las bromas y el cachondeo.

La máscara que iguala...

bueno, este analisis histórico-sociológico a las niñas le importa un pepino, pero su sesudo papá podría recordarlo a la hora de valorar la fiesta... nada, nada, ni eso funciona, el carnaval desde hace algunos años me agota soberanamente.

En fin, tan aburrido soy que mirad mi querida mujer con quién decidió pasar la fiesta del otro día...

Lo único que me consuela es que cuando dice que no le gustan los flacos no es para consolarme... parece que sea verdad :-)


y mirad la carita de la pequeña, ella sí que está alucinando !!

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