De cena, con mi niña

Una tarde noche muy agradable, de las que dan gustito: disfrutar y recordar

P. tenía acumulación de médicos: control de dentista, para decidir si hay que hacer algo, ahora, con los nuevos dientes que buscan, y probablemente no encuentren su espacio natural...
Visita al oculista por picores y otras quejas...

en fin que nos hemos pasado, mi niña mayor y su papá, unas cuantas horas en estas no propiamente agradables obligaciones.
Mejor prevenir que curar, eso es cierto.

Así que nos merecíamos un premio.
La idea, al principio, era ir al cine. Sesión de las 8 y media, malos malísimos: mañana hay cole... las niñas a las nueve y media a la cama... todos los días!!
... bueno, por una vez romper las normas es hasta sano.
Además un premio es un premio.
No hay mejor premio que hacer algo prohibido... vaya enseñanzas que le da este papito... ¡¡ay papito!!
Ya verás tú la factura que te pasarán en la adolescencia tus hijas...
GLUPS!

El problema del cine es que al ponerle las gotitas para la dilatación de la pupila... pues visión imperfecta.

¿qué hacemos?

Los dos gorditos se montan una cenita en la Pizzeria cercana a casa y tan contentos.
Llegamos que no hay nadie, nos sentamos y nos pedimos mi peque una pizza de atún y quién escribe una Irinia, con fuet y gorgonzola... muy ligeritas las dos :-)

Qué delicia estar aquí con mi pequeña, charlando un poco de todo, contándonos cosas, hablando de los amigos, de la escuela, del trabajo... de lo que le preocupa, de lo que le gusta... relajados y sin prisas...
Qué gusto.

Y cómo podía explicar lo que siente un papá cuando su hija le dice: qué bien se está en el restaurante contigo...

Con la Pizzeria ya llena y las miradas de la clientela entre sonrisas de aprovación y reproches velados (alguna gente tiene que meterse donde nadie les llama ¿verdad? :-) sonrisas y más sonrisas!

Y después de una helado de vainilla y una panna cotta nos hemos vuelto a casa, los dos, que eran casi las once de la noche.
Nos esperaba mamita medio dormida y al despertarse le salió una gran sonrisa al ver la cara de felicidad que tenían su marido y su hija :-)

Las cosas a veces no salen bien, salen mejor.

Comentarios

  1. roberto, que felicidad al leerte. Eso es la esencia de la vida, los pequeños momentos que nadie te puede robar, que los disfrutas con tu hija, que el mundo se ciñe a vosotros dos. disfrútala. besos

    ResponderEliminar
  2. Roberto hay que aprovechar los buenos momentos cuando se presentan que los malos ya vienen solos y sin avisar.
    Para que luego digan los espertos que nuestros niños van a tener una adolescencia dificil, jaja, me rio yo después de estos ratos a solas.
    Un beso
    Paqui-deccla

    ResponderEliminar
  3. Eso es la vida misma...
    Me alegra ver que cada vez que entro en Adoplandia lo tienes actualizado, casi al día.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tus palabras. Los comentarios se agradecen y animan!

Entradas populares de este blog

Nadie es prescindible

Madre, hijo y Eckhart Tolle