Prohibir, acompañar, apoyar, animar...

Son palabras que ocupan mis reflexiones sobre el papel o los papeles que tendríamos que jugar en el futuro de nuestras hijas.
Sobre la influencia que tendremos, o que tendríamos que ejercer en su crecimiento. En la educación.

Crecen.
Crecen y en la cientos de situaciones en las que nos encontramos, por deseo, por casualidad, por las circunstancias... aspiraría a ser capaz de graduar mi intervención de la manera más adecuada, más oportuna.
Nada fácil.
No hay dudas de que muchas veces hay poco tiempo para reflexionar.
Pero en otras, prefiero pararme a pensar, aunque el entorno, para llamarlo de alguna manera, empuje a ser rápidos, demasiado, en las acciones a tomar.
Crecer es vivir experiencias, es probar, es descubrir, es saber y conocer para disfrutar y al mismo tiempo para ser en condiciones de tomar la decisión más adecuada.
Me gustaría ser capaz de hacer todo lo posible para que ellas no me necesiten.
Y no ciertamente para desentenderme, obviamente no.
Para confiar en que son los suficientemente fuertes para enfrentarse al sube y baja de la vida.
En su vida a la que tendrán que enfrentarse solas en tantas ocasiones.
Aquí nos tienen para lo que haga falta, claro que sí. Pero no nos engañemos, queramos o no esas situaciones se darán muy pronto
Prohibir, acompañar, apoyar, animar...
Soy de los que tienden a desplazarse hacia el final del listado.
No me gusta prohibir, aunque a veces sea necesario.
Y hay que asumir riesgos, para que sean menos.
Levantar una barrera de protección que le impida meterse en "posibles" peligros, me temo que no es la vía más eficaz.
No hay que esconder las llaves del coche, hay que enseñarles a conducir.

Comentarios

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo Roberto, aunque a veces de un poco de vértigo dejarles solos y en mi caso es poco Carmen Ling sólo tiene tres años y medio pero me dice mamá yo subo sóla a clase
    1º de infantil y la dejo, rezando para que uno de los mayores no la de un golpe. Y me imagino que esto es el principio...
    Un saludo

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  2. Mi hijo, al recogerlo, aparentemente tenía un retraso general de 6 meses, y tenía un año.
    Le dije a mi marido que teníamos dos caminos: la autoproteción o trabajar la autonomía....
    Así que encogidos en un puño nos decidimos a dirigirlo, a orientarlo, mostrarle nuestro cariño y apollo incondicional, pero siempre acompañándolo.
    Nos ha ido muy bien, nuestro hijo es autónomo, autosuficiente. Tiene ganas de aprender, y busca nuestra mirada y nuestra ayuda. Depende de sus padres, pero tiene ya la autonomía que le corresponde a su edad.
    Continuamos trabajando su área social.
    Y todo esto lo hacemos através del diálogo (nuestro, de nuestra forma de proceder), y siendo sus padres, también hablando con el niño y cuando no, riñéndolo.
    Delante de la duda, consultar a los especialistas.
    Da miedo, pánico... pero creemos que es lo mejor
    Un beso, y preciosa entrada.

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  3. Me ha gustado tu entrada, porque me ha ayudado a reflexionar. Me doy cuenta que sobreprotejo a mi princesa y le evito todo lo que le puede resultar perturbador.Es complejo, mi niña vino mayor y hubo que realizar una vuelta atrás, volverla niña o mejor casi bebé, para poder devolverle lo que no vivió y que es básico para el desarrollo profundo de la persona. ¿lo hemos logrado? No lo sé. Ahora debo ir soltandola y trabajar en su autonomía. Nadie dijo que sería fácil.

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  4. Creo que debe ser muy dificil, como profesional me paso el dia aconsejando ni más ni menos que tu entrada, pero soy humana, mucho.
    Me puedo imaginar de mamá y no lo veo fácil, solo en la teoría pero ¿y las emociones? ¿y las huellas de nuestras heridas en este camino?.
    Por supuesto acudir al profesional es una via, pero el autoconocimeinto y autodescubrimiento, al lado de una buena charla con un buen amigo, es otro paso importante, más alla de la educación de nuestros hijos, esta nuestra propia reeducación.
    gracias por las entradas que nos hacen aprender.
    un beso
    laura

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