Escuchar

Vamos sobrados de muchas cosas, en este primer mundo donde nos preocupamos de si la Bolsa sube y baja.

Pero lo que seguro no nos sobra, es la actitud y la capacidad de escuchar.
Así se crea un círculo vicioso, una pescadilla que se muerde la cola:
casi nadie escucha a nadie, todo el mundo habla de cosas que ha oído, pero que como no ha escuchado en buena parte se inventa o reinventa para llenar los agujeros y los vacíos que le han quedado respecto a la fuente.
Después, para contarlas de forma creíble añade y quita, al final del proceso cada parecido respecto a la realidad primigenia es pura ficción.
Aquellos a los que se cuentan siguen el mismo patrón, por lo que algo que ha sucedido puede llegar a transformarse en pura fantasía al cabo sólo de un par de pasajes.

¿Es o no es lo que enseñamos tantas veces a nuestros hijos?
Nos escuchan explicar cosas que ellos mismos han escuchado, pero que se extrañan de cómo las cuentan sus papás.
Y menos mal que no participan a las reuniones de padres en la escuela... vaya autoridad por los suelos nos quedaría cuando les decimos que hay que escuchar a los profesores, esperar el turno para hablar, no gritar, no intentar sobreponerse a la voz de los demás para ganar la razón... qué ejemplo les daríamos...

No sería correcto declarar aquí la inocencia de uno ¿verdad?
Bueno, no voy a hacerlo.

Pero prefiero escuchar, esto sí puedo decirlo.
Y lo cierto es que los que me conocen un poco más allá de la superficie, si no llegan a alabar mi capacidad de atención, sí me dicen que soy más bien callado.
Me temo sea cierto.
No sé si el amor al silencio es mérito que corrige lo comentado en estas líneas.

Detesto por ejemplo, tener que luchar para conseguir la palabra.
Cuando hay algo que se parece a una especie de "guerra de intervenciones" siempre prefiero callar.

En mi general desconfianza hacia la palabra, el máximo se toca con la palabra hablada. Siempre que no se trate de oradores mágicos, que los hay, hablar es andar por un campo de minas sin señalización.
La palabra escrita permite un mayor margen de corrección.
Puedes escribir y corregir, volver a escribir, reflexionar mucho antes de darle al teclado.
Los blogs por esto son una delicia, sobre todo para los que antes de hacer una afirmación dudamos mil veces de su legitimidad.
Seguimos dudando después de haberlas lanzada al ciberespacio, así que cuando estas dudas se hacen insoportables, siempre nos queda la opción de reescribir algo o borrarlo todo.

:-)




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