Siempre a tu lado

Ayer, en el tren que nos traía a la ciudad, proyectaban la película "Siempre a tu lado, Hachiko"
(véase en Wikipedia)


El resto de la family dejó los cascos, y la atención, a los pocos minutos. Algunas por ser demasiado lenta, pero Chun por buen olfato de niña: "esta película es muy triste, no me gusta".
Habían pasado pocos minutos, repito, pero ella ya había pillado la esencia.

Cuando faltaba poco para su fin, el papá, que sí se había sumergido en la historia, tenía un nudo en la garganta que se transformó acto seguido en imparables lagrimones.
Hacía bastante que no lloraba viendo una peli. Y no precisamente por no ser predispuesto a las lágrimas cinematográficas, más bien todo lo contrario, por cuidar de no ir a ver filmes demasiado tristes, que me dejan hecho polvo por un tiempo inaceptablemente largo,  en esta vida que corre y que nos necesita cuerdos y cargados de energía y optimismo, para enfrentarnos a los avatares que día tras días no propone la existencia, a menudo muy a nuestro pesar.

Todavía recuerdo, y todavía me dura la tristeza de ese Tierras de penumbra  que vi, allá por 1994, en el cine París, cine destruido hace unos años en el Portal del Ángel de Barcelona, junto a mi querida  y reciente esposa :-)
¿A quién se le ocurre ir a ver una peli así cuando todavía no ha pasado un año de su boda?
Desde aquel entonces procuro evitar ese tipo de historias en la pantalla grande (y en la pequeña).
Estuve semanas con el alma por los suelos. No me lo puedo permitir.

La historia de Hachiko es de la que o la dejas enseguida o te atrapa con su ritmo pausado, lleno de pequeños, aparentemente nimios detalles, que suman y suman a ese encaje hecho de notas, miradas, paisajes cortos, perspectivas de Hachi, abrazos y rendición a la potencia de los lazos que se crean entre seres vivos.
No es tanto la lealtad lo que me asombró, eso quizás es el exceso, la desmesura, y lo injusto de la historia. Me golpeo duro la despedida que nunca se dio, la incomprensión de un hecho irreversible, la repetición de la espera sin esperanza, la sencillez, el tiempo también irreversible, la música que se repite, y los ojos de Hachi...

Mientras miraba la película, mis niñas me rodeaban jugando, peleándose, hablando, dibujando, y por la ventanilla corrían las imágenes de un paisaje extraordinario, lo que se puede disfrutar por kilómetros en el recurrido del Ave, con la luz especial de un temporal en el horizonte, el amarillo infinito de los campos de trigo y las notas esenciales de Kaczmarek.

Las lágrimas nacen de la fuerza inaceptable de la oposición, entre lo que más amamos, la sencillez de todo aquello que nos hace feliz, y la conciencia de que todo está rodeado de la palabra fin

Comentarios

  1. Nosotros la vimos toda la familia en su día pues ya me habian comentado que trataba sobre la leatad infinita y es de esas películas que marcan a la vez que enseñan y que tendrian que ver sobre todo los de corazón de hielo.
    Mari Carmen.

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  2. En busca de la felicidad con Will Smith y la vida es bella Con Roberto Benigni.......tambien me gustaron
    Mª Carmen

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  3. Una de las cosas más hermosas que he encontrado en la vida es la mirada de un perro...

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  4. Nosotros la vimos desde el sofa con nuestra hija de casi 5 años, y con lo sentimental que es, al final de la peli salió corriendo hacia su cuarto sollozando de pena. Volvió al sofá y la terminó de ver abrazada entre nosotros que también nos dió por llorar mientras la consolábamos. Ay, no se puede ser tan sensible. Desde entonces intento evitarle pelis lacrimógenas pq sufre demasiado.
    La peli preciosa por lo que tu dices, esos matices lentos y esas pequeñas cosas no dichas.
    Marta

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