niños tecnólogicos


El mundo cambia pero seguimos arrastrando ideas y principios antiguos.
En parte por que estamos convencidos que ciertos valores educativos tienen una validez eterna, en parte por que el futuro puede dar miedo, por desconocido, a algunos por lo menos, a algunos más, a otros menos...
En parte por que sabemos que no es raro que una carrera demasiado rápida obligue a alguna vuelta atrás...

Siempre hay extremos, hacia un lado y hacia el otro, nunca son buenos.
Atento a todo lo positivo que nos ofrece, que me ha ofrecido y me ofrece la tecnología, tiendo a ser generoso hacia las peticiones de conectividad y de pantallas que vienen de mis hijas.

¿demasiado?
Creo que no.

Buscar el equilibrio no es fácil, por que nadie puede medir exactamente los puntos y comas de este camino intermedio.
Es una búsqueda, permanente.

Creo que muchos padres sufrimos de una profunda ignorancia tecnológica, que unida a un romántico imaginario hecho de juegos antiguos, sencillos y manuales... provoca tensiones inadecuadas en los criterios educativos a elegir.

El romántico recuerdo de lo bien que nos lo pasábamos con una caja de cartón y un trozo de madera es más que justificado, por que es totalmente cierto que nos lo pasábamos pipa.
Pero es también cierto que no existían ciertas alternativas.
Y muchas otras cosas. La vida no era la misma.
Ni será la misma.
El conocimiento de los instrumentos que serán básicos (ya lo son) es oportuno.

Una calculadora, en mis años mozos, era un objeto aparatoso en la mesa de trabajo de mi padre... pero él me enseñó a usarla.



Comentarios

  1. Jis jis jis... Con la caja del juguete me lo pasaba mejor que no el propio juguete...

    ;-)

    Daniel de Sonia y Daniel

    ResponderEliminar
  2. Que sabias son tus reflexiones..., las tendremos en cuenta, muchas gracias por compartirlas.
    Un abrazo.
    Felisa

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tus palabras. Los comentarios se agradecen y animan!

Entradas populares de este blog

Nadie es prescindible

Madre, hijo y Eckhart Tolle