La influencia que tenemos

Me encantaría ser capaz de entender siempre las situaciones y las causas que llevan a ellas. Me esfuerzo por conseguirlo. Con toda la humildad del mundo.
Hay que observar, con toda la humildad posible. Creo que se consigue, lo de entender, con observar lo que pasa alrededor nuestro sin aplicar permanentemente el rodillo de los prejuicios, idiosincrasias, manías y ese largo listado de etc., que contiene sustantivos y adjetivos de la zona lexical que atañe a la presunción y al ombliguismo.
Nuestro ombligo, el centro del mundo.

Cada vez que en alguna parte del cerebro se dispara el vicio de juzgar hago una pausa, levanto la mano: stop!! y pienso si lo que estoy juzgando es la situación o mi forma de ver las cosas.
Evidentemente hay pocas posibilidad de éxito en este esfuerzo de imparcialidad.
Por que siempre nuestra perspectiva, el prisma de nuestra visión influirá en nuestro juicio.
Pero que no se llegue al máximo resultado deseado, no significa que tengamos que rendirnos a lo primero y más fácil, que muchas veces es también lo más equivocado.

No se trata aquí de aconsejar constantes, aburridas, pedantes e inaguantables sesiones de racionalismo.
Nada más lejos de mi intención.
Lo que me gustaría transmitir es la satisfacción que se siente cuando eres capaz de darte cuenta que este mundo es muy variado, que nuestros consejos son imperfectos, que los demás nos pueden enseñar mucho, pero que la actitud con la que nos enfrentamos a la vida tiene una fuerza impresionante.

Quiero entrar en una cuestión tan dudosa como la de la "energía" que se desprende de nuestra forma no ya sólo de ver, si no de pensar, de ser: esa energía positiva o esa energía negativa que emitimos cuando estamos bien o cuando vemos todo gris o negro.
Yo creo en ello. Tengo innumerables evidencias de ello. He podido ver que las cosas cambian como por arte de magia al cambiar el estado de ánimo de uno. Simplemente impresionante.

Admito que estamos dándonos un paseo por arenas movedizas. Peligroso. Estas frases las dejo para las personas que piensan lo mismo que yo, a nos ser que se me acuse de hacer proselitismo de la brujería. Lo negaré todo.
(A no ser que me quemen. Detesto el olor a pelos quemados, y tengo muchos).

:-))

Hablemos de algo más sencillo y concreto.
Cuando charlamos de algún tema con alguien. La conversación se mueve alrededor de consideraciones sobre si aquello que ha pasado es bueno o malo, o regular, o dudoso. Al fin y al cabo o callamos o emitimos sentencias.
Nuestra forma de ver las cosas empuja nuestro interlocutor hacia una parte u otra. Y lo mismo nos pasa a nosotros, sufrimos la influencia de lo que escuchamos. Estoy diciendo cosas obvias.
Pero pararse a pensar en lo obvio muchas veces ayuda a entender lo que no es tan evidente.
O mejor dicho: ayuda a tener presentes las consecuencias de esas obviedades. Cosa que parece todo el mundo obvia.
Si el planteamiento de la historia que nos acaban de contar de ese modo hubiese sido diferente, también nuestros comentarios lo hubiesen sido.
Si nuestra forma de decir las cosas es una u otra, estamos moviendo una porción de mundo hacia un lugar u otro.
Transmitimos seguridad y alegría.
Transmitimos tristeza y angustia.

¿Es diferente no?

Vamos camino del cole, cantamos juntos una canción, o nos contamos un chiste, o simplemente nos damos besos, regalamos sonrisas y buscamos donde sea para encontrar y recordar lo bueno que tendrá el día.

Estamos enfurruñados, agobiados por el marrón que nos espera en el trabajo, lo hacemos pagar a las peques con nuestros nervios, ya les hemos echado una bronca por que se ha retrasado un minuto más  en lavarse los dientes o ponerse los zapatos...

Cada uno de nosotros tiene una enorme influencia en su propia vida y en la de los demás.
No vale, para justificar lo contrario, la crisis o lo que sea.
Hay gente en el mundo cuya vida ha sido enormemente más complicada que la nuestra, pero sabe sacar una sonrisa para alegrar la existencia a sus seres queridos.

Perdonen este alarde de optimismo enfermizo.
Como diría mi hija mayor: vaya mierda de post.
Es adolescente y no tengo más remedio que perdonar y aguantar
Pero es que hoy luce el sol.
Y no soy adolescente.

Feliz Navidad, queridos amigos.





Comentarios

  1. ¡¡¡¡¡Ya te digo que luce, querido amigo, con un brillo y una fuerza impresionantes!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Ayy los adolescentes...yo todavia me acuerdo de mi epoca,jeje parece que estas en una montaña rusa todo el dia!

    Yo también pienso en que somos una gran fuente de energía que proyectamos hacia los demás y que a su vez recogemos de los demás...así que si das buen rollo recibes buen rollo,jeje...tendremos que ponerlo e practica y no hay fecha mas bonita que la navidad para ello!

    Muchos besos familia!

    ResponderEliminar
  3. Realmente hoy hace un día precioso, me encanta leer por la mañana pensamientos positivos.

    Besitos desde La Rioja

    Marian

    ResponderEliminar
  4. Que razón tienes Rob!! a partir de hoy prometo intentar desprender mas energía positiva y priorizar la sonrisa a los gritos que suelo dar cada mañana cuando vamos para el cole...auqnue llevar a mi hijo al cole sin ir detrás corriendo a bocinazo limpio -MIQUEEEEL MINGCHEEEEENG!! es casi imposible...sobre todo cuando me lleva 200mts de ventaja :)

    ResponderEliminar
  5. Ya hace tiempo que me he dado cuenta que si en el autobús. la cola de la caja en el super, o cualquier otro lugar, haces un comentario positivo en un tono amable, descubres que hay gente maravillosa a tu alrededor.
    En este mundo con tanta prisa y mirándonos el ombligo continuamente, sin mirar el de los demás, nos hacen mas inaccesibles a los demás.
    Hoy es un día especial y soleado y pensemos que cada día es soleado aunque llueva. Un gran abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tus palabras. Los comentarios se agradecen y animan!

Entradas populares de este blog

Nadie es prescindible

Madre, hijo y Eckhart Tolle