Las guerras inútiles. Las guerras son inútiles.

Siempre son fuente de inmenso dolor, por lo que su utilidad está negada por este hecho tan evidente. Hay muchas guerras posibles. Una, la más común, la que se libra entre dos personas. Hay quien va por el mundo con la espada permanentemente desenfundada. El único consejo válido es entonces: alejaros de aquellos, sin más. Quizás no lleguen a heriros, pero siendo su forma de ser, son peligrosos. No merece la pena correr el riesgo. Alejaros, dejadlos solos.
Claro, si la amenaza se dirige hacia nuestros seres queridos, no tendremos más remedio que poner a riesgo nuestra integridad para defenderles.
Ojalá seamos capaces de desarmarlos antes de que bajen con éxito el brazo asesino.

Las guerras son siempre inútiles. Es una frase que sólo puede nacer en el ideario de quién desea, aspira al bien común, general, más amplio que su propio interés.
Una actitud a toda vista de idiotas, en el mundo en el que vivimos.
Desde muy pequeños nuestros hijos han chupado una idea de superación a cuesta de los demás.
Otro mundo es posible. Yo no lo veré seguro. Me temo que mis hijos tampoco. Pero no me resigno a poner un interrogante a esa afirmación.

También los padres muchas veces libramos una guerra con nuestros hijos. Tenemos que... Ellos tienen que... Hay un listón muy alto y si no lo consiguen serán unos fracasados.
Como decía, creo, Semprún ¿o era otro? Nos preocupamos mucho del mundo que dejaremos a nuestros hijos, pero ¿nos preocupamos de qué hijos dejaremos en este mundo?







Comentarios

  1. Una vez más, Roberto, me ha encantado leer tus reflexiones, las cuales suelo compartir siempre. Un abrazo y gracias por compartir tus sabias palabras.

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