Argumentar

El verano es también la época en la que puedes dedicarte más a la lectura.
Elijo los libros por que alguien me los ha recomendado, alguna rara vez por que hay un crítico profesional que sentencia  positivamente, a menudo por que ya hemos leído algo del mismo autor que nos ha gustado, a veces por que me llama la atención el título, la imagen de la portada, el tema resumido en cubierta, otras por puro azar: "vamos a ver que tal este desconocido..."
En los últimos veranos también he dedicado horas de lecturas a libros de autores consagrados, a los que nunca había prestado mucha atención. Por ejemplo Ken Follet. Ayer por la noche acabé Los Pilares de la Tierra y van tres seguidos, no leí nada de él hasta mitad de agosto de este año ;-)
Sin entrar en más cuestiones, uno de los aspectos que me ha gustado del último libro leído (devorado), pero también de El tercer gemelo, es el modo de argumentar que tienen algunos personajes.
Buscar lo esencial de las ideas y de las opiniones propias, para meterse acto seguido en el papel de lo que tienes en frente: un amigo, un enemigo, hasta un desconocido.
Plantearte lo que puede pensar y argumentar aquel.
Después volver a analizar tus ideas, tus juicios. Ciertamente hay una estupenda maestría escritora detrás de algunas páginas. Eso ayuda a convencer el lector de que esos diálogos son vivos, se oye la respiración del personaje que piensa.
Tengo el vicio de aplicar a lo cotidiano todo lo que absorbo. Y me encanta hacer de esponja. Se tiene que aprender de todo.
***

"Philip se sentía muy satisfecho de trabajar con Jonathan. Disfrutaba explicándole cómo debía gobernarse el monasterio, educándolo acerca de las maneras de regirse que tenía el mundo, mostrándole el mejor modo de tratar con las gentes.
Por lo general, el muchacho resultaba simpático; pero a veces podía mostrarse acerbo y provocar la susceptibilidad de las gentes inseguras. Tenía que aprender que quienes le trataban de forma hostil lo hacían debido a su propia debilidad.
Jonathan percibía la hostilidad y reaccionaba con enfado, en lugar de observar la debilidad y procurarles la seguridad en sí mismos.
Jonathan tenía una mente ágil y a menudo sorprendía a Philip por la rapidez con que comprendía las cosas. Philip se descubría a veces cometiendo pecado de orgullo al pensar lo parecido que el muchacho era a él."

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