Pocas cosas me dan tanta satisfacción como la de observar con atención a mis hijas. Sin hacer nada más. Quizás satisfacción no sea la palabra adecuada. Ciertamente define una parte de lo que pruebo cuando, por las tardes o los fines de semana, teniendo un poco más de tiempo, también tengo mejor ocasión, hasta de hacer como si no estuviera, mientras ellas se dedican a sus cosas, a sus juegos, a sus charlas. O hablan contigo, y las escuchas sin las prisas por salir de casa corriendo para no llegar tarde al cole, como cada mañana. Los detalles, los matices, las reacciones a lo que tu dices... ver de verdad como son, como van haciendose diferentes. Sin tiempo, nada de todo esto es posible. En esos momentos se hace más claro lo que nos estamos perdiendo por culpa de esta vida ajetreada, llena de compromisos, de plazos, de cosas que tienen que cumplirse para ayer. La gran ciudad no ayuda, el trabajo menos. Voy a repetirme, tengo un trabajo que me encanta, pero eso no quita que, como en m...