Recuerdos

Érase una vez un tiempo, un tiempo no muy lejano, en el cual esas familias que deseábamos, por una razón u otra, tener prole o aumentar en número la que ya teníamos, también podíamos acudir a un lejano y gran país de Oriente en búsqueda de cumplir ese sueño lleno de ilusiones. Era aquello un lugar idílico y acogedor. Cuyas leyes y costumbres, que no es menester juzgar en este momento, permitían a locales y extranjeros dirigir deseos de maternidad y paternidad con cierta garantía de éxito. Siempre que se reunieran determinadas condiciones. Echábamos una cartita , al Departamento que tocaba, nos citaban, nos dejábamos machacar unos meses por la autoridad competente y sus servicios delegados, entre pepsicólogos y trabajadores sociales, y en un porcentaje elevado conseguíamos el ansiado título de padres certificados y homologados a la normativa vigente. Pasado el trance del examen de bachillerato de adultos responsables (de hecho hubo un momento en el que fue necesario acreditar el ...