ánimo, por mucho que esperéis valdrá la pena

Según información, que nos ha llegado de fuente segura, en una provincia China, en una sola, a principio de este año, habían casi 2000 niños adoptables.
Una cifra considerable, que no nos extraña vistas las cifras globales que se manejan.

Hasta la fecha se han asignado muy pocos de aquellos niños, que crecen en centros o en familias de acogida temporal.
Concretamente, en la provincia en cuestión, ni una cuarta parte.
China, sabemos, no quiere aparecer en la prensa cómo el país internacional donde más se adopta. Ha tomado sus decisiones para conseguirlo, y que lo haya conseguido, está muy claro.

El País hoy está en condiciones de cuidar de sus pequeños huérfanos, abandonado, desamparados.

Por supuesto me llena de gozo saber que ya no existe nada ni lejanamente parecido a lo que vimos en las tristemente famosas "Habitaciones de la muerte".

Eso es así desde hace años.

Lo que no me provoca ninguna alegría, es constatar que la capacidad de atender decentemente a algunas de las necesidades de los niños, haya significado un cambio tan radical frente al valor y oportunidad de la adopción internacional.

Esa adopción que da una familia a un niño, y no sólo alimentación, un techo, cuidados médicos.

A pesar de que hoy está de moda criticar la adopción internacional, seguiré defendiendo esta maravillosa opción de familia.

Desearé todavía más un mundo en el que no haya barreras ni muros, en el que se considere que adoptar es enriquecer y no quitar, que el mundo es uno, a pesar de que los hombres desean sea un puzzle inacabable, de trocitos de espacio, que se mezclan y se rompen constantemente... No desearé un mundo donde se hace de todo para que la gente vea y sepa ver solo un trocito y no la figura completa.

Empiezo a aplicar este deseo en mi casa, por supuesto.

Quiero copiar aquí el escrito de Daniel, que explica con pocas, sensatas y emotivas palabras una certeza que tenemos todos los padres adoptantes, todos los que por lo menos, han hecho esta elección de familia con profunda reflexión y hoy saben que no tienen que arrepentirse de nada, aunque el mundo sea realmente muy injusto.

Después de más de un año teniendo el placer de convivir con Nadine, puedo asegurar que mi primera impresión de que a esos niños se les priva de una vida mejor ni se me pasa por la cabeza, ahora sólo veo a mi Nadine con su sonrisa picarona y su felicidad y la traslado a la cara de profunda e inmensa tristeza que tenía en el momento de las fotos de asignación, que se suponen son de los más para ellos. No me queda otra que resignarme ante ese sentimiento, y que es para volverse loco el ser tan "fácil" poder dar esa felicidad a esos niños y tan injusto que ello no suceda. Dicen que las personas lo aguantamos todo, pero mi hija no creo que aguantara ahora la soledad a la que su corazón estaba sometido los tres primeros años de su vida.
Si estáis en la eterna espera a la que todos hemos estado (ahora más que nunca), pensad que por mucho que esperéis valdrá la pena para ese pequeño, en este caso el refrán más vale tarde que nunca tiene su máximo significado. Ánimo.

Gracias Daniel