Mundo hiperconectado y educación
Frente a la pantalla de este ordenador la sensación es de tener a portada de un clic el mundo entero.
Es una sensación de doble efecto. Atractiva y aterradora.
Por un lado en cualquier momento puedo ver la información del rincón del planeta más alejado o escuchar las mejores canciones que se me antojen, ver las fotos y los vídeos de los lugares más preciosos de la Tierra, ahora y ya; contactar con un montón de amigos, sentirme cerca todos los días a personas que están a miles de kilómetros y que de otra forma no podría haber sido parte de mi vida, puedo hablar con ellas sin miedo a facturas de teléfonos desorbitadas. Hasta verlas con la webcam...
Recuerdo que cuando era pequeño llamar a los tíos que vivían en otra provincia salía carísimo y mi madre llamaba a su hermana mucho menos de lo que le hubiese gustado.
Hoy con una conexión ADSL hasta las llamadas provinciales están incluidas en su coste, y puedes llamar con varios programitas sin miedo a los pasos de la tarifa hora punta.
Conozco muchas personas que han hecho amigos, parejas, hasta llegando a casarse dando el primer paso en los varios foros, grupos, web etc. que permiten contactar con otras personas.
Internet es una bendición para los tímidos, a los que dar el primer paso personalmente les costaría muchísimo.
Todo esto, y mucho mucho más, es tan claramente positivo que desde hace tiempo, cuando escucho a los que con aire de suficiencia dicen: "a mi eso de internet, de Facebook, del ordenador... no me va, paso de todo eso" yo también paso de comentarios o defensas del medio. Hemos llegado tan lejos en la utilidad y necesidad cotidiana de este maravilloso instrumento de conexión entre personas, ideas e información, que sólo caben matices, muy matizados, y la negación de su utilizo ya no es posible, a menos que uno se apunte a la categoría de los monjes ermitaños de hace siglos.
No conozco a nadie que lo sea, ni que desee serlo de verdad.
Otra cosa es tomar ciertas precauciones y utilizar el sentido común, necesarios como en todo ámbito, también en aprovechar de aquello que definimos genéricamente internet.
De hecho a muchos de aquellos cínicos criticones :-) (dicho sea con cariño) les he descubierto al cabo de un tiempo bien enganchados a redes sociales y a otras oportunidades internauticas... o simplemente utilizando los innumerables instrumentos de la red que hoy permiten realizar tareas de forma más eficaz y sencilla.
Cuando no dicen "yo no practico" pero se aprovechan de la labor y conocimientos de amigos, hijos, sobrinos, empleados y demás víctimas de su perezosa actitud ;-) Dicho sea, repito, con mucho cariño...
El otro lado que comentaba arriba, uno de los varios, es la sensación de angustiosa cercanía de todos los males del mundo: en cinco minutos puedes tener un resumen de tropecientos dramas, catástrofes, injusticias - el listado sería muy largo - y tener la sensación de que todo eso te concierne, pasa muy cerca, puede pasar a ti en cualquier momento... es horroroso.
Ser ciudadanos del mundo y tener tanta empatía con el sufrimiento ajeno es terrible...
Nuestras hijas han dado sus primeros pasos con esta realidad muy presente en lo cotidiano. Hay que hacer el esfuerzo de entender la nueva dinámica, ya no tan nueva, para poder ayudarles a aprovechar de lo mejor que tiene la red y a defenderlas/se de lo peor.
Una actitud de negación o de prohibición no sirve de nada, al contrario es contraproducente.
Transformar internet en una especie de fuerza demoníaca nos llevaría a una actitud parecida a la de la Inquisición.
Sabemos que las prácticas de exorcismo o la quema de supuestas brujas no son, que digamos, un camino hacia el buen ejemplo y la eficacia contra las tentaciones.
Sólo vetar, castigar, levantar barreras nos aleja de su realidad, una realidad que puede ser parcial para nosotros, que venimos de una época en la que internet no existía. Para ellas no.
Toda nueva generación se ha encontrado y ha tenido que lidiar con alguna novedad que cambiaba aspectos más o menos importantes de su vida, pero no sabría decir cuantas con algo tan profundamente influyente en todos los aspectos de la existencia, de la vida cotidiana, de los sentimientos, del trabajo, del ocio, de la salud, del estudio.
Buscar ese equilibrio necesario es labor complicada, como lo son muchas de las decisiones que tenemos que tomar los padres. Hay que intentar equivocarse lo menos posible, por que esperar de no equivocarse es una vana ilusión.
Estos días la mayor, de hecho, ha estado castigada con prohibición total de pantallas, por una serie de motivos, y acumulación de razones.
No me gusta nada llegar a estos extremos, en el fondo son la señal de cierto fracaso.
Tomada la decisión del castigo, espero que pase el tiempo establecido y volveré a mi método.
No me rindo, volveré a apelar a su responsabilidad, para evitar la obligación de tomar estas otras medidas que no me gustan. "Responsabilidad" qué palabro!! Qué expresión pesada...
Lo que me gustaría hiciera, y le explico y reitero, es que ella misma se esforzara de buscar y encontrar una medida aceptable entre las cosas que sabe puede hacer y las que no puede hacer o que tiene que hacer antes que otras, por que son su obligación.
Si no pone suficiente empeño en encontrar dicha medida hará necesaria mi intervención.
Pero volveré a insistirle una y otra vez en que ella tiene que ser responsable.
Una y otra vez, una y otra vez.
El papá pesado, claro, muy pesado. Es nuestra cruz, ser pesados para que su vida, llegado el momento sea un poco más ligera.
Y para serlo, lo mejor, será que sepa por ella misma decidir lo que más le conviene.
Y para que sepa llegar a hacerlo, el camino tiene que empezar pronto, por que además en ese camino no se llega nunca a un punto definitivo, nunca dejará de tener que elegir entre extremos, por que lo que le gusta y le conviene muchas veces están en lugares lejanos y hasta opuestos.
Es una cuestión de estar permanentemente entrenados en esa actitud.
Si se entrena y empieza de pequeña podrá cometer miles de errores limitados, pero tendrá muchas más posibilidades de evitar los peores.
O eso espero :-)
Es una sensación de doble efecto. Atractiva y aterradora.
Por un lado en cualquier momento puedo ver la información del rincón del planeta más alejado o escuchar las mejores canciones que se me antojen, ver las fotos y los vídeos de los lugares más preciosos de la Tierra, ahora y ya; contactar con un montón de amigos, sentirme cerca todos los días a personas que están a miles de kilómetros y que de otra forma no podría haber sido parte de mi vida, puedo hablar con ellas sin miedo a facturas de teléfonos desorbitadas. Hasta verlas con la webcam...
Recuerdo que cuando era pequeño llamar a los tíos que vivían en otra provincia salía carísimo y mi madre llamaba a su hermana mucho menos de lo que le hubiese gustado.
Hoy con una conexión ADSL hasta las llamadas provinciales están incluidas en su coste, y puedes llamar con varios programitas sin miedo a los pasos de la tarifa hora punta.
Conozco muchas personas que han hecho amigos, parejas, hasta llegando a casarse dando el primer paso en los varios foros, grupos, web etc. que permiten contactar con otras personas.
Internet es una bendición para los tímidos, a los que dar el primer paso personalmente les costaría muchísimo.
Todo esto, y mucho mucho más, es tan claramente positivo que desde hace tiempo, cuando escucho a los que con aire de suficiencia dicen: "a mi eso de internet, de Facebook, del ordenador... no me va, paso de todo eso" yo también paso de comentarios o defensas del medio. Hemos llegado tan lejos en la utilidad y necesidad cotidiana de este maravilloso instrumento de conexión entre personas, ideas e información, que sólo caben matices, muy matizados, y la negación de su utilizo ya no es posible, a menos que uno se apunte a la categoría de los monjes ermitaños de hace siglos.
No conozco a nadie que lo sea, ni que desee serlo de verdad.
Otra cosa es tomar ciertas precauciones y utilizar el sentido común, necesarios como en todo ámbito, también en aprovechar de aquello que definimos genéricamente internet.
De hecho a muchos de aquellos cínicos criticones :-) (dicho sea con cariño) les he descubierto al cabo de un tiempo bien enganchados a redes sociales y a otras oportunidades internauticas... o simplemente utilizando los innumerables instrumentos de la red que hoy permiten realizar tareas de forma más eficaz y sencilla.
Cuando no dicen "yo no practico" pero se aprovechan de la labor y conocimientos de amigos, hijos, sobrinos, empleados y demás víctimas de su perezosa actitud ;-) Dicho sea, repito, con mucho cariño...
El otro lado que comentaba arriba, uno de los varios, es la sensación de angustiosa cercanía de todos los males del mundo: en cinco minutos puedes tener un resumen de tropecientos dramas, catástrofes, injusticias - el listado sería muy largo - y tener la sensación de que todo eso te concierne, pasa muy cerca, puede pasar a ti en cualquier momento... es horroroso.
Ser ciudadanos del mundo y tener tanta empatía con el sufrimiento ajeno es terrible...
Nuestras hijas han dado sus primeros pasos con esta realidad muy presente en lo cotidiano. Hay que hacer el esfuerzo de entender la nueva dinámica, ya no tan nueva, para poder ayudarles a aprovechar de lo mejor que tiene la red y a defenderlas/se de lo peor.
Una actitud de negación o de prohibición no sirve de nada, al contrario es contraproducente.
Transformar internet en una especie de fuerza demoníaca nos llevaría a una actitud parecida a la de la Inquisición.
Sabemos que las prácticas de exorcismo o la quema de supuestas brujas no son, que digamos, un camino hacia el buen ejemplo y la eficacia contra las tentaciones.
Sólo vetar, castigar, levantar barreras nos aleja de su realidad, una realidad que puede ser parcial para nosotros, que venimos de una época en la que internet no existía. Para ellas no.
Toda nueva generación se ha encontrado y ha tenido que lidiar con alguna novedad que cambiaba aspectos más o menos importantes de su vida, pero no sabría decir cuantas con algo tan profundamente influyente en todos los aspectos de la existencia, de la vida cotidiana, de los sentimientos, del trabajo, del ocio, de la salud, del estudio.
Buscar ese equilibrio necesario es labor complicada, como lo son muchas de las decisiones que tenemos que tomar los padres. Hay que intentar equivocarse lo menos posible, por que esperar de no equivocarse es una vana ilusión.
Estos días la mayor, de hecho, ha estado castigada con prohibición total de pantallas, por una serie de motivos, y acumulación de razones.
No me gusta nada llegar a estos extremos, en el fondo son la señal de cierto fracaso.
Tomada la decisión del castigo, espero que pase el tiempo establecido y volveré a mi método.
No me rindo, volveré a apelar a su responsabilidad, para evitar la obligación de tomar estas otras medidas que no me gustan. "Responsabilidad" qué palabro!! Qué expresión pesada...
Lo que me gustaría hiciera, y le explico y reitero, es que ella misma se esforzara de buscar y encontrar una medida aceptable entre las cosas que sabe puede hacer y las que no puede hacer o que tiene que hacer antes que otras, por que son su obligación.
Si no pone suficiente empeño en encontrar dicha medida hará necesaria mi intervención.
Pero volveré a insistirle una y otra vez en que ella tiene que ser responsable.
Una y otra vez, una y otra vez.
El papá pesado, claro, muy pesado. Es nuestra cruz, ser pesados para que su vida, llegado el momento sea un poco más ligera.
Y para serlo, lo mejor, será que sepa por ella misma decidir lo que más le conviene.
Y para que sepa llegar a hacerlo, el camino tiene que empezar pronto, por que además en ese camino no se llega nunca a un punto definitivo, nunca dejará de tener que elegir entre extremos, por que lo que le gusta y le conviene muchas veces están en lugares lejanos y hasta opuestos.
Es una cuestión de estar permanentemente entrenados en esa actitud.
Si se entrena y empieza de pequeña podrá cometer miles de errores limitados, pero tendrá muchas más posibilidades de evitar los peores.
O eso espero :-)
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por dejar tus palabras. Los comentarios se agradecen y animan!