Una carta muy acertada
Por Santiago Rosales. Barcelona.
Publicado en El País 8/8/08
China es injustamente tratada.Parece que Occidente ha olvidado que China está haciendo en una generación lo que la mayoría de los países occidentales han hecho -y aún no han acabado de hacer- en siglos.
Cuando Occidente reclama derechos humanos a China parece haber olvidado que, aunque nos consideremos paradigma de la democracia y paladines de los derechos humanos, tan sólo un par de generaciones atrás aceptábamos la esclavitud como normal y, aunque oficialmente abolida, sus secuelas perduran hoy.
Occidente parece haber olvidado que no hace mucho, en la Revolución Industrial del Siglo XIX, aceptábamos el trabajo infantil en fábricas y minas, y que hoy seguimos utilizando mano de obra barata, baratísima (e infantil), de países en vías de desarrollo para fabricar productos de consumo en nuestros países desarrollados.
El Occidente democrático, civilizado, culto y modélicamente respetuoso con los derechos humanos al que todos orgullosamente pertenecemos, este Occidente nos ha regalado las perlas de un Abu Ghraib, un Guantánamo, unas penas de muerte cuestionadas pero no anuladas, unos florecientes negocios de prostitución infantil, unas Operaciones Cóndor (por citar una bien conocida) para defender dictaduras.
Nuestro modélico Occidente, a pesar de disponer ya del potencial tecnológico necesario, no se decide a lanzarse de lleno de una maldita vez al desarrollo de las energías limpias y librar al planeta de su dependencia de los combustibles fósiles.
Por su cultura, el chino procura no ofender ni criticar nunca a un interlocutor -y menos en público-, y tampoco necesita demostrar que es mejor que otros aireando defectos ajenos. Pero sería un error confundir esta educación china con debilidad.
Por honestidad, Occidente haría mejor en no exigir a otros lo que ni él mismo cumple y mostrar cierto respeto por un país que, no lo olvidemos, está ganando -o ha ganado ya- su primera y más importante primera batalla: la batalla contra el hambre que sufrían sus gentes, y está caminando hacia la modernidad con una inteligencia que salta a la vista.-
Publicado en El País 8/8/08
China es injustamente tratada.Parece que Occidente ha olvidado que China está haciendo en una generación lo que la mayoría de los países occidentales han hecho -y aún no han acabado de hacer- en siglos.
Cuando Occidente reclama derechos humanos a China parece haber olvidado que, aunque nos consideremos paradigma de la democracia y paladines de los derechos humanos, tan sólo un par de generaciones atrás aceptábamos la esclavitud como normal y, aunque oficialmente abolida, sus secuelas perduran hoy.
Occidente parece haber olvidado que no hace mucho, en la Revolución Industrial del Siglo XIX, aceptábamos el trabajo infantil en fábricas y minas, y que hoy seguimos utilizando mano de obra barata, baratísima (e infantil), de países en vías de desarrollo para fabricar productos de consumo en nuestros países desarrollados.
El Occidente democrático, civilizado, culto y modélicamente respetuoso con los derechos humanos al que todos orgullosamente pertenecemos, este Occidente nos ha regalado las perlas de un Abu Ghraib, un Guantánamo, unas penas de muerte cuestionadas pero no anuladas, unos florecientes negocios de prostitución infantil, unas Operaciones Cóndor (por citar una bien conocida) para defender dictaduras.
Nuestro modélico Occidente, a pesar de disponer ya del potencial tecnológico necesario, no se decide a lanzarse de lleno de una maldita vez al desarrollo de las energías limpias y librar al planeta de su dependencia de los combustibles fósiles.
Por su cultura, el chino procura no ofender ni criticar nunca a un interlocutor -y menos en público-, y tampoco necesita demostrar que es mejor que otros aireando defectos ajenos. Pero sería un error confundir esta educación china con debilidad.
Por honestidad, Occidente haría mejor en no exigir a otros lo que ni él mismo cumple y mostrar cierto respeto por un país que, no lo olvidemos, está ganando -o ha ganado ya- su primera y más importante primera batalla: la batalla contra el hambre que sufrían sus gentes, y está caminando hacia la modernidad con una inteligencia que salta a la vista.-
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