Volver de China
Acabo de aterrizar a Barcelona desde mi querida y admirada China.
El País donde, cuando viajo, todos los males se me curan... Estoy tan a gusto allí que el deseo de llevar la familia entera a pasar una temporada larga se hace cada vez más intenso.
Son viajes de trabajo, pero siempre los alicientes para confundirse son muchos.
Por un lado reuniones, encuentros, visitas...
Conciliar mentalidades y puntos de vistas a veces muy lejanos no es nada fácil. Se necesitan imponentes dosis de calma, serenidad, reflexión, y junto a la experiencia acumulada, una férrea voluntad de llegar al punto deseado, sabiendo que para llegar de verdad el camino será largo, complicado, lleno de baches y de altibajos. Idas y venidas.
Pero junto con el trabajo, y en eso también, hay emociones, imágenes, lugares y personas, hasta lágrimas de tristeza y de alegría. La verdad que hay de todo, y no de todo un poco: de todo y mucho, muchísimo a veces.
También acompañaba a las familias que viajan con Shui a buscar a sus peques.
Podéis imaginar cuantas descargas de adrenalina en aquellos días.
No es la primera vez, pero cada vez es cómo si lo fuera.
Uno, afortunadamente, nunca se acostumbra a lo maravilloso.
Disfruta, siente, recuerda, se deja ir a lo que ven sus ojos, escuchan sus oídos, y todo se revive, se enriquece con aquello que ha vivido en sus propia piel.
En los abrazos de mis peques..
Nunca lo que se vive después es igual a lo que se ha vivido antes.
Repeticiones de novedades.
Claro se repiten algunas cosas: los trámites, por ejemplo, registro civil, pasaporte, las fotos para el libro de familia, las declaraciones delante del notario, la espera de los papeles...
No podría incluir en lo que "se repite" el momento de la entrega de los peques.
No hay una igual.
Ese momento, el primer encuentro es siempre diferente, especial, horrible, maravilloso, tenso, relajado, dulce y agrio, cada sensación por separado o todas juntas y mezcladas.
Cada madre, cada padre y cada niño reaccionan de un modo sólo suyo y especialísimo, además la diferencia absoluta viene también por que es la unión de la dosis de unicidad que aporta cada uno de ellos.
Muy difícil encontrar algo de verdad igual.
Eso sí, haber vivido bastantes veces esos momentos, ayuda a distinguir lo momentáneo de lo duradero y a no confundir lo aparente, fruto de la incontrolable explosión de nervios de aquellos instantes, con lo que será después la familia que apenas ha empezado a florecer.
Cuantas veces lo que se da la primera semana no tiene nada que ver con lo que sigue justo unos días después, cuando se vuela desde la Provincia a la capital. No son pocos los casos en los que a unos días de absoluto descontrol sigue una semana en la que la flor ya se muestra en todo su esplendor.
Y también, desgraciadamente, lo contrario.
Por el afán de controlarse se llega al límite y toda la presión acumulada sale de las formas más extrañas e imprevisible.
Por suerte, lo dicho, estos últimos son los casos más raros.
Para poder llegar allí fueron necesarias más de 6 horas de carretera.
Pero valió la pena.
No tengo ninguna duda.
Creo que tampoco las familias que acompañaba.
Desde las cuevas budistas al vértigo del Monasterio colgante.
En al foto nuestra querida Ling Xiao que sonriente se eleva hacia la cima del citado monasterio.
Cierras las maletas y ya siente el hormigueo del próximo viaje. Es como una droga, cuya dependencia no hay que combatir, por que es necesario viajar y tocar con mano, vivir la experiencia en primera persona es indispensable si se quieren hacer las cosas bien.
China... En China y en cualquier lugar, pero quizá en China más.
Cada vez que viajo a China me doy cuenta de que lo que faltaba era una viaje más antes, no ciertamente lo contrario.
La pena es que viajar tiene sus costes y el momento requiere mirar con lupa cada euro gastado.
Pero todo lo que se ahorra en viajar se paga antes o después en otro conceptos, consecuencia de esa falta de control constante necesario.
Repito, esto vale cuando las cosas se quieren hacer no sólo bien, si no mejor que los demás.
seguirá...
El País donde, cuando viajo, todos los males se me curan... Estoy tan a gusto allí que el deseo de llevar la familia entera a pasar una temporada larga se hace cada vez más intenso.
Son viajes de trabajo, pero siempre los alicientes para confundirse son muchos.
Por un lado reuniones, encuentros, visitas...
Conciliar mentalidades y puntos de vistas a veces muy lejanos no es nada fácil. Se necesitan imponentes dosis de calma, serenidad, reflexión, y junto a la experiencia acumulada, una férrea voluntad de llegar al punto deseado, sabiendo que para llegar de verdad el camino será largo, complicado, lleno de baches y de altibajos. Idas y venidas.
Pero junto con el trabajo, y en eso también, hay emociones, imágenes, lugares y personas, hasta lágrimas de tristeza y de alegría. La verdad que hay de todo, y no de todo un poco: de todo y mucho, muchísimo a veces.
También acompañaba a las familias que viajan con Shui a buscar a sus peques.
Podéis imaginar cuantas descargas de adrenalina en aquellos días.
No es la primera vez, pero cada vez es cómo si lo fuera.
Uno, afortunadamente, nunca se acostumbra a lo maravilloso.
Disfruta, siente, recuerda, se deja ir a lo que ven sus ojos, escuchan sus oídos, y todo se revive, se enriquece con aquello que ha vivido en sus propia piel.
En los abrazos de mis peques..
Nunca lo que se vive después es igual a lo que se ha vivido antes.
Repeticiones de novedades.
Claro se repiten algunas cosas: los trámites, por ejemplo, registro civil, pasaporte, las fotos para el libro de familia, las declaraciones delante del notario, la espera de los papeles...
No podría incluir en lo que "se repite" el momento de la entrega de los peques.
No hay una igual.
Ese momento, el primer encuentro es siempre diferente, especial, horrible, maravilloso, tenso, relajado, dulce y agrio, cada sensación por separado o todas juntas y mezcladas.
Cada madre, cada padre y cada niño reaccionan de un modo sólo suyo y especialísimo, además la diferencia absoluta viene también por que es la unión de la dosis de unicidad que aporta cada uno de ellos.
Muy difícil encontrar algo de verdad igual.
Eso sí, haber vivido bastantes veces esos momentos, ayuda a distinguir lo momentáneo de lo duradero y a no confundir lo aparente, fruto de la incontrolable explosión de nervios de aquellos instantes, con lo que será después la familia que apenas ha empezado a florecer.
Cuantas veces lo que se da la primera semana no tiene nada que ver con lo que sigue justo unos días después, cuando se vuela desde la Provincia a la capital. No son pocos los casos en los que a unos días de absoluto descontrol sigue una semana en la que la flor ya se muestra en todo su esplendor.
Y también, desgraciadamente, lo contrario.
Por el afán de controlarse se llega al límite y toda la presión acumulada sale de las formas más extrañas e imprevisible.
Por suerte, lo dicho, estos últimos son los casos más raros.
También queda tiempo para hacer turismo.
Estas son algunas imágenes de mi reciente viaje a Shanxi.
Arriba el Monasterio colgante.
Abajo una de las cuevas del complejo budista de Yungang . Impresionante ¿verdad?
Para poder llegar allí fueron necesarias más de 6 horas de carretera.
Pero valió la pena.
No tengo ninguna duda.
Creo que tampoco las familias que acompañaba.
Desde las cuevas budistas al vértigo del Monasterio colgante.
En al foto nuestra querida Ling Xiao que sonriente se eleva hacia la cima del citado monasterio.
Cierras las maletas y ya siente el hormigueo del próximo viaje. Es como una droga, cuya dependencia no hay que combatir, por que es necesario viajar y tocar con mano, vivir la experiencia en primera persona es indispensable si se quieren hacer las cosas bien.
China... En China y en cualquier lugar, pero quizá en China más.
Cada vez que viajo a China me doy cuenta de que lo que faltaba era una viaje más antes, no ciertamente lo contrario.
La pena es que viajar tiene sus costes y el momento requiere mirar con lupa cada euro gastado.
Pero todo lo que se ahorra en viajar se paga antes o después en otro conceptos, consecuencia de esa falta de control constante necesario.
Repito, esto vale cuando las cosas se quieren hacer no sólo bien, si no mejor que los demás.
seguirá...
..algún día,...¿será verdad?..., estaré yo conociendo a mi hij@..., casi ya ni me lo puedo imaginar...
ResponderEliminarGracias por hacerme soñar un poco.
Saludos
Felisa
Envidia, sólo puedo decir que me muerto de envidia..... de tu trabajo, que me encanta, de tus viajes, que me encantaría hacer..... y de esas familias que han compartido contigo momentos tan especiales..... me hubiera encantado.....
ResponderEliminarJajajaja, yo también me muero de envida y no estoy segura de que sea de la sana.
ResponderEliminarQué ganitas de volver a China con mis niñas a disfrutar de ese maravilloso país.
Un besito
Marian
¿Y quien ha dicho que la envidia sea sana? la envidia es envidia y te pone verde jajajajajajaja
ResponderEliminaryo digo la misma palabra, envidia!! envidia por poder volver tan amenudo, por poder ver desde la "barrera" como nace una nueva familia, por poder conocer mas a fondo el pais, las gentes, la comida...........ummm no necesitas secretaria para tus viajes??!! jejeje
ResponderEliminarme a encantado el post.
María
ups...perdona María pero te tendrás que poner a la cola ;), Rob que yo te lo dije primero!!!!!!!!!!!1
ResponderEliminarBesitos