El éxito de la afirmación que "nadie es imprescindible" demuestra el fondo de egoísmo que rige la actitud de los seres humanos. No me conforta la justificación de que es un mensaje más bien directo a los que se creen imprescindibles, por que aquellos, por mucho que se les diga lo contrario, pasarán olímpicamente de la sugerencia de bajar los humos. Pero a los que necesitan de ánimo, y todos los necesitamos en un momento u otro, esa frase aterradora, cruel e injusta puede hacer mucho daño. Además es falsa. Todos somos imprescindibles. Podemos ser capaces de ignorar el valor de las personas y de las cosas, y es lo que hacemos constantemente, pero eso no significa que sean prescindibles aquellas. Exactamente lo contrario: quién no sabe encontrar valor en las cosas y en las personas es él mismo un poco menos imprescindible... Lo útil, proficuo, bueno está siempre allí, aunque a menudo oculto a causa de nuestra misma actitud. Que este mundo esté plagado de horrores...
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