Anochecer esperando el alba

Hay una base que compartimos todos, ese pozo, más o menos espeso, en el que lo que pensamos, decimos, hacemos depende de prejuicios, idea preconcebidas, deseo de encontrar confirmación a lo que pensamos. O deseamos.
Por encima está nuestra actitud.
Dejarnos llevar por lo cómodo.
vs
Esforzarnos para entender.

Dejarnos llevar por lo fácil, lo instintivo, lo obvio en ese túnel en el que nos hemos metido.
Hacer el esfuerzo de salir, buscar, valorar, reflexionar, entender lo que ha llevado al otro a actuar de esa forma, decir lo contrario a lo que compartimos.

Se habla mucho de felicidad.
Un sentimiento tan personal, que no existe la posibilidad de establecer una definición única que ponga a todos profundamente de acuerdo.
La Rae dice: "Estado de grata satisfacción espiritual y física".
Vale, por lo que les toca, definición estupenda. Pero la felicidad es algo más.
Nota: yo no busco la felicidad. Todo lo que suena a excesivo me significa algo endeble, pasajero, volátil e indefinido.
Me gustaría ser creyente, pero no lo soy .
Lo que busco es esa pequeña chispa, que dura poco, pero ilumina gozosa, valiosa; que se produce cuando sientes haber aprendido algo,  entendido algo, superado algo que pesa y te impide seguir avanzando.
Esa pequeña chispa que se produce cuando reconoces en un escrito bien dibujado, neto, una reflexión vaga que has ido desarrollando casi sin darte cuenta. Te reconoces y sonríes.
Esa pequeña chispa que se produce cuando el rayo de luz del amanecer se une, silencioso y dulce, con el grado perfecto de humedad y temperatura de la estación que toque.
Esa pequeña chispa que se produce cuando miras a los ojos a una persona que quieres mucho.
Esa enorme chispa que se produce cuando alguien cercano te mensajea: "vivir es maravilloso".

Cuando ninguna chispa se produce y vives. Ese momento en que dejas de olvidar y recuerdas.




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