Comentando la entrada del otro día, un conocido pensó oportuno avisarme de que a veces una visión demasiado optimista de una situación o de un hecho, llega a representar un peligro. El optimista con su forma de observar el mundo, fijándose en lo bonito, más que en lo negativo, puede ocultar los problemas. La poca atención hacia los problemas puede bloquear o, cómo mínimo, retrasar la toma de decisiones dirigidas a evitar sus consecuencias negativas. Una persona realista, sin llegar a ser pesimista, divisa, preve y en consecuencia se prepara por si acaso. Presentadas así las cosas, la verdad, a uno le entra el miedo en el cuerpo... a ver si con mi actitud llego a provocar que se dejen abandonados a su destino infeliz tantos niños y tantas familias con problemas de adaptación, de falta de filiación real, en crisis por la equivocación de expectativas sobre los hijos, familias afligidas por la desilusiones fruto de un mal planteamiento de lo que es adoptar, tener hijos, educarlos y agua...