Al aeropuerto
Hacía mucho tiempo que no iba al aeropuerto a recibir a las familias, las familias felices, las familias cansadas, señores con los ojos rojos por el cambio de hora, por las muchas horas sin dormir, y la emoción, el deseo y la melancolía de la vuelta a casa, de las ganas de normalidad y de los primeros síntomas de nostalgia, ya justamente eso... y por ese maravilloso país.
Hacía tiempo que no veía tantos niños juntos con esa carita y esa piel de recién llegados, ya distinta a la del primer día, seca y especial, pero ya más sana y fresca...
Niños y niñas, con la cabecita que no aguanta por el sueño, el cansancio, la confusión, y una nueva sorpresa, cada paso, mientras los papás intentan consolar el llanto, se justifican y explican los motivos a todo el que quiera escucharle... cómo si fuera necesario explicar algo...
Y los besos, las pancartas, las lágrimas de los abuelos y los gritos y los saltos de los sobrinitos.
Las cámaras de fotos y el ruido que huele a alegría, que tiene color de felicidad, que tiene la pincelada indiscutible del momento mágico.
Hay otras chinitas, que vuelven quizás a revivir en el aeropuerto, después de muchos años, una experiencia compartida, una misma historia de llegadas y de nuevos comienzos.
Qué alegría volver a ver amigos y conocidos que no encontraba desde hacía años, amigos de los amigos que adoptan y llegan a oleadas, abriendo las puertas correderas, cruzadas por cientos de miradas que quieren divisar los esperados amigos adoptantes.
Quién está cansado vuela rápido al coche o al taxi, quién tiene tantos amigos sigue de charla hasta mucho tiempo después.
Una experiencia muy bonita, además cargada de recuerdos.
Y no puedo evitar observar, y considerar y reflexionar, que frente a tanta alegría, tanta felicidad legítima, honesta, limpia, otra gente que no sabe, que no tiene ni idea, que ha olvidado, que tiene poca memoria, o que nunca ha vivido lo mismo, se mueve en un circuito de colores grises, de acusaciones, de cosas feas, de cositas...
pues no.
Esta es la vida, lo mejor que hay, el comienzo de miles de historias preciosas.
Los seres humano nos equivocamos, hacemos errores, y ensuciamos hasta el tejido más puro... pero no por eso tenemos el derecho de repetir una y otra vez el mismo error, no podemos olvidar la belleza pura de ese acto que es la adopción.
Ni dejar que nadie lo olvide.
Felicidades a todas las familias que acaban de aterrizar y a las que en muy breve tiempo despegarán hacia China...
Roberto Pili
Que bonitas tus palabras, nosotros hemos sido revisados recientemente por el CCAA, y estamos deseando que nos reciban, como tú bién relatas, en el aeropuerto toda la gente que nos quiere, y que en definitiva les importamos, porque en este camino, vamos encontrando:"Familia del Corazón".
ResponderEliminarBesitos desde Jaén.
Roberto, nos ha encantado!!que manera de escribir y describir lo que tarde o temprano todos vivimos; la inolvidable experiencia de llegar a casa con nuestros hij@s.
ResponderEliminarKariños desde Guadalajara.
Flia Quirós Gorrín
Hola Roberto!
ResponderEliminarNosotros fuimos una de las familias que llegamos de China con nuestro "guerrero de Shian" el pasado 29 de Septiembre. Qué día y qué momentazo ver a todos nuestros seres queridos y amigos detrás de la puerta que se abre para recibir una oleada de inmensa alegría.
La verdad es que entre tantas lágrimas, abrazos, besos y tanto lio no nos enteramos de que habías estado allí disfrutando de nuestro momentazo hasta ayer, cuando lo comentaron unos de nuestros amigos y compañeros de viaje en nuestro primer reencuentro tras el viaje.
La verdad es que me hubiese gustado verte para darte un abrazo, pero imagino que tú, que estás en todo has descrito perfectamente aquél momento inolvidable de nuestras vidas porque también lo has vivido.
Y del "resto" de los que comentas no merece la pena ni tan siquiera comentarlo, pobre iluso el que habla dentro de su ignorancia siendo pobre de sentimientos, no creo que lleguen a sentir nunca lo que sentimos nosotros cuando se habre nuestra puerta, la puerta de la felicidad.
Recibe el abrazo que me hubiese gustado darte en aquél momento, aunque sea un mes después,
Toño, Mª Rosa, papás de Biel y de Marc (los del milagrito)