Emocionante relato, desde China
En el anterior post, os contaba del inestimable cargamento de ilusiones que despegaba hacia la cercana, por fin tan cercana China.
Una de las familias nos escribe, al leer su mail me ha emocionado mucho.
Les he pedido permiso para publicarlo en este humilde blog y doy las gracias a V. y M. por permitirlo.
Seguro que os emocionaréis cómo a mi me ha pasado. Sólo he quitado las más explicitas referencias a lugares y nombres.
Buenas noches equipo de Transmes Shui,
¡¡¡Ya somos cuatro!!!! Todo ha ido muy bien aunque Mei no quiere saber nada de mí…sólo quiere con los hombres. Pero empiezo desde el principio…
A las 6:30 de la mañana hemos saltado de la cama y nos hemos levantado con las pestañas pegadas después de haber dormido poquísimo. Superdesayuno, aunque alguno no ha abandonado su huelga de hambre, y al autobús. En una hora en el aeropuerto y rumbo a la provincia.
Nada más aterrizar la guía nos ha dicho que íbamos directos al orfanato, ¡qué susto! Nosotros que pensábamos instalarnos en el hotel, tomar una duchita, comer alguna cosa, ponernos guapos para recibirle…
Nos hemos montado en una tartaja de autobús y en medio de un caos circulatorio… al orfanato. Os podéis imaginar el "cafard" en la tripa… Y después de una hora y media nos hemos parado en el centro del pueblo donde nació Mei, para esperar a la directora del orfanato que nos iba a indicar el camino. Mientras, nosotros soñando en alto (íbamos con otra pareja) cómo sería la casa: grande o pequeña, con jardines… De repente el autobús se para y da marcha atrás hacía un pequeño patio de casas convertido en un auténtico basurero: montañas de chatarra, ruedas de coche, basura varia… Como teníamos a la directora con nosotros, hacíamos como que nada, sonriendo, de lo más natural; pero por lo menos a mí se me venía el mundo encima, ¡¡¡¡qué pasada!!!!! Nos hemos dirigido hacía la entrada del orfanato que estaba situada al final de unas escaleras, como a la altura de un tercer piso sobre el patio, y nos hemos encontrado de frente dos personas con Mei y el otro niño en brazos.
Mei fenomenal: observando todo; mi marido lo ha cogido en brazos y nada… muy tranquilo; el otro niño a todo berrear. Mi hijo una pasada, le cogía de la manita, se lo llevaba a dar una vuelta por el patio. Muy muy bien. Feliz, supersonriente a pesar de la desilusión al ver el tamaño del hermanito (el contaba con jugar al pilla pilla por los pasillos de hotel). La verdad es que se ha portado como un hombrecito. Al cabo de un rato Mei ha empezado a lloriquear y volvía los brazos hacia su cuidadora: una señora que se notaba muchísimo lo apegada que estaba con el niño.
Hemos estado un buen ratico con ellos (una hora y media), haciéndoles preguntas; después nos han invitado a ver la sala de dormir del orfanato. Había unos diez niños, todos muy muy pequeños, daban una pena… Te entraban ganas de llevártelos a todos. Un ratico más y pa casa…
Mei ha sido cuidado por un matrimonio que nos ha dejado una sensación buenísima, se les veía muy apenados por la separación. Para nosotros ha sido un momento durísimo, ellos y mi marido han empezado a llorar y nos hemos ido porque todos estábamos a punto de la lágrima.
En el autobús de vuelta se han quedado los dos dormidos y al llegar el otro peque a llorar y Mei a observarlo todo. Al llegar a la habitación mi hijo ha gritado: ¡Por fin ya soy hermano!, casi me lo como. Después, cuando hemos regresado de hacer unas compras, ya decía: "No quiero ser hermano". Menos mal que tenemos un hijo normal…
En estos momentos Mei está dormido. Sólo quiere con su aita o con su "coco" (hermano), conmigo nada de nada. Todo se andará…
Nada más, mañana seguimos con la crónica que hoy ya estoy muy cansada.
Mil besos a todos y gracias por vuestro recuerdo.
Una de las familias nos escribe, al leer su mail me ha emocionado mucho.
Les he pedido permiso para publicarlo en este humilde blog y doy las gracias a V. y M. por permitirlo.
Seguro que os emocionaréis cómo a mi me ha pasado. Sólo he quitado las más explicitas referencias a lugares y nombres.
Buenas noches equipo de Transmes Shui,
¡¡¡Ya somos cuatro!!!! Todo ha ido muy bien aunque Mei no quiere saber nada de mí…sólo quiere con los hombres. Pero empiezo desde el principio…
A las 6:30 de la mañana hemos saltado de la cama y nos hemos levantado con las pestañas pegadas después de haber dormido poquísimo. Superdesayuno, aunque alguno no ha abandonado su huelga de hambre, y al autobús. En una hora en el aeropuerto y rumbo a la provincia.
Nada más aterrizar la guía nos ha dicho que íbamos directos al orfanato, ¡qué susto! Nosotros que pensábamos instalarnos en el hotel, tomar una duchita, comer alguna cosa, ponernos guapos para recibirle…
Nos hemos montado en una tartaja de autobús y en medio de un caos circulatorio… al orfanato. Os podéis imaginar el "cafard" en la tripa… Y después de una hora y media nos hemos parado en el centro del pueblo donde nació Mei, para esperar a la directora del orfanato que nos iba a indicar el camino. Mientras, nosotros soñando en alto (íbamos con otra pareja) cómo sería la casa: grande o pequeña, con jardines… De repente el autobús se para y da marcha atrás hacía un pequeño patio de casas convertido en un auténtico basurero: montañas de chatarra, ruedas de coche, basura varia… Como teníamos a la directora con nosotros, hacíamos como que nada, sonriendo, de lo más natural; pero por lo menos a mí se me venía el mundo encima, ¡¡¡¡qué pasada!!!!! Nos hemos dirigido hacía la entrada del orfanato que estaba situada al final de unas escaleras, como a la altura de un tercer piso sobre el patio, y nos hemos encontrado de frente dos personas con Mei y el otro niño en brazos.
Mei fenomenal: observando todo; mi marido lo ha cogido en brazos y nada… muy tranquilo; el otro niño a todo berrear. Mi hijo una pasada, le cogía de la manita, se lo llevaba a dar una vuelta por el patio. Muy muy bien. Feliz, supersonriente a pesar de la desilusión al ver el tamaño del hermanito (el contaba con jugar al pilla pilla por los pasillos de hotel). La verdad es que se ha portado como un hombrecito. Al cabo de un rato Mei ha empezado a lloriquear y volvía los brazos hacia su cuidadora: una señora que se notaba muchísimo lo apegada que estaba con el niño.
Hemos estado un buen ratico con ellos (una hora y media), haciéndoles preguntas; después nos han invitado a ver la sala de dormir del orfanato. Había unos diez niños, todos muy muy pequeños, daban una pena… Te entraban ganas de llevártelos a todos. Un ratico más y pa casa…
Mei ha sido cuidado por un matrimonio que nos ha dejado una sensación buenísima, se les veía muy apenados por la separación. Para nosotros ha sido un momento durísimo, ellos y mi marido han empezado a llorar y nos hemos ido porque todos estábamos a punto de la lágrima.
En el autobús de vuelta se han quedado los dos dormidos y al llegar el otro peque a llorar y Mei a observarlo todo. Al llegar a la habitación mi hijo ha gritado: ¡Por fin ya soy hermano!, casi me lo como. Después, cuando hemos regresado de hacer unas compras, ya decía: "No quiero ser hermano". Menos mal que tenemos un hijo normal…
En estos momentos Mei está dormido. Sólo quiere con su aita o con su "coco" (hermano), conmigo nada de nada. Todo se andará…
Nada más, mañana seguimos con la crónica que hoy ya estoy muy cansada.
Mil besos a todos y gracias por vuestro recuerdo.
Pero que bonito, por favor no dejes de contarnos estas vivencias pues son una inyección de ilusión y de esperanza para todos los papás que estamos esperando, por un momento mientras leemos tus relatos los hacemos nuestros y es como si estuvieramos ya allí.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande desde Tárifa.
Que gozada de relatos, cuántos recuerdos, es imposible contener la lágrima...sobretodo me identifico con el sentimiento de pesar por no poder coger a todos los peques y traértelos contigo.
ResponderEliminarUn beso de una mamá que espera a su segund@ hijit@.
Nieves
que bello relato, gracias de corazón, vosotros bien sabéis lo que significa para los que aún nos queda mucha espera. Un besito y gracias. ANA
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